QUITO,ECUADOR.-Una masiva concurrencia de ciudadanos se ha registró este sábado 2 de noviembre en los cementerios de Ecuador, y se ha repetido la costumbre de campesinos y comunidades indígenas para el Dia de Los Difuntos cuando brindan la mejor comida que puedan compartir en las tumbas con sus seres queridos.
Platos con papas, fréjoles, habas, fritada, chicha y panes se sirven en los espacios verdes de los cementerios, cerca de las tumbas, para compartir con las almas de los difuntos.
Esta costumbreha resistido al avance de la cultura occidental que ha ido ganando terreno con la celebración de fiestas foráneas como el Halloween, ya muy popular entre la juventud.
No obstante, la vertiente andina de ese sincretismo religioso ha marcado territorio con lo proliferado de la elaboración y consumo de la colada morada y las guaguas de pan, muy demandada por las familias a nivel nacional.
En los cementerios, las familias campesinas conversan sus problemas como esperando que sus muertos los escuchen y apoyen, algo que no dudan que ocurrirá si la fe se mantiene.
El hermano Esteban, de la orden colombiana de San Pablo, ha atestiguado esta celebración en el cementerio de la parroquia Calderón, en el norte de Quito, donde una muchedumbre ha acudido para conmemorar el día.
Él también cree que los difuntos «interceden por nosotros», sobre todo «cuando se tiene la verdadera fe» acompañada de la «lucidez de nuestro entendimiento».
La forma particular de los ecuatorianos para celebrar el Día de Difuntos «hace parte de la tradición y cultura de cada pueblo» y eso «hay que valorarlo», agregó el religioso colombiano.
La joven Camila Lincango también visitó a sus muertos en el cementerio de Calderón, y comentó que las familias acuden a los camposantos con comida para tener a los difuntos «presentes en nuestra memoria».
Para ella, se debe valorar a los seres queridos, sobre todo cuando están vivos, pero luego, cuando fallecen, es necesario «no olvidarlos», como agradecimiento por las atenciones y alegrías que entregaron en vida.
Y claro que «han cambiado las costumbres», pero es imposible olvidar que los seres queridos que yacen en las tumbas «nos criaron, nos brindaron su cariño, calor y afecto», apostilló Lincango.
NOTA TOMADA DE ECUAVISA